Todo es muy importante y grave y hay que joderse mucho todo el tiempo. O bien: todo es tremendo y peligroso, la realidad es amenazante y está llena de trampas y falsedades. Esas son las premisas de una visión del mundo muy común, que pasa por ser la encarnación de la verdad y la sensatez pero es pura mierda: temor, impotencia, incapacidad, victimización, falta de empuje, ausencia de ganas de vivir, ignorancia respecto del grado de dificultad real que caracteriza a la realidad posible. La representación "grave" del mundo es un escudo anti vida que ciertos individuos adoptan como solución frente a los desafíos inevitables de la existencia. No es el resultado de una posición sabia, es el rechazo de los riesgos naturales de la existencia, la evaluación de todo para el lado de lo peor.
Desde esa posición se desprecia a todo el que puede algo, a todo contento, porque se siente que en la liviandad hay una traición a esa cosa espesa y resentida que domina el ánimo de los graves. El liviano, el que puede querer y confiar, es visto por el grave como un estúpido que niega el abismo al que estamos por caer todos en cualquier momento. El abismo no es tal, o bien es más posible volar, planear, vivir, de lo que la gravedad querría.
La dicotomía entre graves y livianos (entre gravedad y liviandad), la usa Nietzsche en muchos de sus textos, para diferenciar una actitud de importancia impostada, una ceremoniosidad erudita y falta de fluidez de la más valiosa existencia ligera, capaz de elegancia, baile y felicidad. Es una pareja de imágenes o metáforas de gran aplicación, sumamente orientadoras para detectar sentidos fundamentales en las vivencias cotidianas. Permiten desestimar imposturas y apreciar actitudes más auténticas y directas.
Hay personas que sólo contactan entre sí a partir del cultivo de la gravedad, personas a las que uno no puede llamar por teléfono si no tiene algo feo que contar. Pero si lo tiene… ¡qué sentimiento de comunión se genera! Prefiero otros modos, más valiosos, livianos, divertidos y creadores.
Por Alejandro Rozitchner en 100volando.net
Desde esa posición se desprecia a todo el que puede algo, a todo contento, porque se siente que en la liviandad hay una traición a esa cosa espesa y resentida que domina el ánimo de los graves. El liviano, el que puede querer y confiar, es visto por el grave como un estúpido que niega el abismo al que estamos por caer todos en cualquier momento. El abismo no es tal, o bien es más posible volar, planear, vivir, de lo que la gravedad querría.
La dicotomía entre graves y livianos (entre gravedad y liviandad), la usa Nietzsche en muchos de sus textos, para diferenciar una actitud de importancia impostada, una ceremoniosidad erudita y falta de fluidez de la más valiosa existencia ligera, capaz de elegancia, baile y felicidad. Es una pareja de imágenes o metáforas de gran aplicación, sumamente orientadoras para detectar sentidos fundamentales en las vivencias cotidianas. Permiten desestimar imposturas y apreciar actitudes más auténticas y directas.
Hay personas que sólo contactan entre sí a partir del cultivo de la gravedad, personas a las que uno no puede llamar por teléfono si no tiene algo feo que contar. Pero si lo tiene… ¡qué sentimiento de comunión se genera! Prefiero otros modos, más valiosos, livianos, divertidos y creadores.
Por Alejandro Rozitchner en 100volando.net
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